COLEGIO

1.

El concepto de sistema

¿Por qué lo llamamos sistema?
La escuela se caracteriza por ser un sistema abierto, es más, el hecho de ser un sistema es lo que le dota de su naturaleza.
Y decimos que se trata de un sistema porque todos los elementos (naturales y físicos, humanos, intención educativa, estructura organizativa, actividades vitales, metodología, recursos, seguimiento, evaluación, etc.) están en continua interacción y cada uno de ellos sólo adquiere sentido en función de su posición en el sistema y en la interacción.

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Es un sistema de trabajo.
No es un método sino un sistema interdisciplinar:  conceptual,  sistema de organización, planificación, reflexión, análisis y toma de decisiones. No hay elementos aislados y estáticos, y la integridad no es la suma de las partes, sino que todas las relaciones que se crean se incorporan al propio sistema.

Es algo que no está terminado. 
Llamamos sistema abierto porque, como la propia vida, es capaz de cambiar constantemente, integrando internamente los nuevos elementos que surgen (no unificándolos externamente), y al mismo tiempo sin perder la organización del sistema, generando nuevas interacciones.

Es global.
La vida, aunque entendida como un todo global, puede ofrecerse de forma parcial y cerrada. Es decir, centrándonos en una enseñanza determinada, aislada del proceso global, puede llegar antes al resultado, pero termina ahí. Por el contrario, el desarrollo en grupo de un sistema abierto de progreso global hace necesarios todos los elementos, ajustando a cada uno un tiempo determinado.

Es abierto.
El sistema abierto permite, más allá de un resultado concreto, un proceso armónico en el que no hay áreas principales o que se valoran por encima de otras: se desarrollan todas juntas.
La pedagogía abierta está más cerca del sujeto vivo que la pedagogía cerrada, demasiado estandarizada y siempre cuantitativa. Este carácter ha permitido dar una respuesta permanente a las nuevas Leyes de Educación.
Esta concepción nos lleva a entender a la persona y al centro desde la globalidad, desde la vida. En ningún caso de forma aislada, estática, terminada y fragmentada.

2.

La concepción del alumnado

La alumna y el alumno son el eje de nuestro trabajo. Sea cual sea el análisis que hagamos o tomemos cualquier decisión, no queremos perder de vista al alumnado, sino impulsar el desarrollo del alumnado y, desde la igualdad de oportunidades, su propio bien por encima de otros intereses del profesorado, de las familias, de las entidades, etc.

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Entendemos y definimos a cada alumno como un ser global. No es un ser aislado, ni estático ni acabado. Está en proceso y cada uno vive su proceso. Esto influye en la concepción del centro, en el estilo del profesorado y en su programación, intervención y evaluación.

Cada persona tiene sus intereses y motivaciones. Lo importante es que la escuela y la actividad se combinen con los intereses del alumnado y que se planteen de manera que éstos afloren.

 

Parte de un esquema conceptual y emocional concreto: Cada persona sabe lo que sabe de las cosas, tiene un esquema conceptual diferente al de los demás. Partir de donde está cada uno es más amplio que el concepto, ya que cada individuo tiene su propio esquema emocional, el resultado de su historia personal e intransferible.

Ambos esquemas están íntimamente relacionados, siendo uno de los factores más importantes a la hora de programar e intervenir la conciencia de que existen.

 

Cada alumno y alumna tiene su potencial. Asumir que el potencial de cada ser humano es diferente al de los demás es también un elemento decisivo para programar, intervenir, evaluar o entender el centro.

Aceptando esto, el siguiente paso es realizar un diseño que permita trabajar a nivel y ritmo propio y desarrollar plenamente su potencial, sea cual sea. Y a partir de ahí no podemos hablar de fracaso escolar.

2.

La concepción del alumnado

La alumna y el alumno son el eje de nuestro trabajo. Sea cual sea el análisis que hagamos o tomemos cualquier decisión, no queremos perder de vista al alumnado, sino impulsar el desarrollo del alumnado y, desde la igualdad de oportunidades, su propio bien por encima de otros intereses del profesorado, de las familias, de las entidades, etc.

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Entendemos y definimos a cada alumno como un ser global. No es un ser aislado, ni estático ni acabado. Está en proceso y cada uno vive su proceso. Esto influye en la concepción del centro, en el estilo del profesorado y en su programación, intervención y evaluación.

Cada persona tiene sus intereses y motivaciones. Lo importante es que la escuela y la actividad se combinen con los intereses del alumnado y que se planteen de manera que éstos afloren.

Parte de un esquema conceptual y emocional concreto: Cada persona sabe lo que sabe de las cosas, tiene un esquema conceptual diferente al de los demás. Partir de donde está cada uno es más amplio que el concepto, ya que cada individuo tiene su propio esquema emocional, el resultado de su historia personal e intransferible.

Ambos esquemas están íntimamente relacionados, siendo uno de los factores más importantes a la hora de programar e intervenir la conciencia de que existen.

Cada alumno y alumna tiene su potencial. Asumir que el potencial de cada ser humano es diferente al de los demás es también un elemento decisivo para programar, intervenir, evaluar o entender el centro.

Aceptando esto, el siguiente paso es realizar un diseño que permita trabajar a nivel y ritmo propio y desarrollar plenamente su potencial, sea cual sea. Y a partir de ahí no podemos hablar de fracaso escolar.

3.

Los principios metodológicos

Basada en situaciones vitales
El juego es la base y el núcleo del contexto. Son contextos sociales, estables y complementarios, es decir, juegos que parten de la intención educativa.
El juego es una actividad natural que sirve para disfrutar, sentir, interiorizar y exteriorizar vivencias, es un medio para aprender.
Aprender haciendo. “No aprendo para jugar, juego para aprender”. “No aprendo los números para poder comprar. Compro y, comprando, aprendo los números”.

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Basada en situaciones vitales
El juego es la base y el núcleo del contexto. Son contextos sociales, estables y complementarios, es decir, juegos que parten de la intención educativa.
El juego es una actividad natural que sirve para disfrutar, sentir, interiorizar y exteriorizar vivencias, es un medio para aprender.
Aprender haciendo. “No aprendo para jugar, juego para aprender”. “No aprendo los números para poder comprar. Compro y, comprando, aprendo los números”.
Al fin y al cabo, me impulsa a aprender la necesidad que me genera el juego. Es una forma de adquirir el gusto por el trabajo, de conocer y disfrutar poco a poco del placer intelectual.
Cada persona participa. En el juego cada uno tiene su rol, a partir de su personalidad y de su momento, ya que, aunque el contexto está muy diseñado, es muy amplio y abierto.

Mezcla de edad
Cada alumno trabaja a su nivel. Para ello es necesario un programa abierto: quien sea capaz de dar mayores progresos no se detiene por la edad, y quien tenga dificultades seguirá su ritmo.
El tiempo de ejecución del programa es más largo (dos años) y permite una intervención individual en el proceso, ofreciendo más tiempo para retomar análisis, situaciones y estrategias.
Da referencias al alumnado (algunos llevan un año en el departamento y otros acaban de empezar). Los alumnos más jóvenes toman referencias de los más mayores.

Método de trabajo
¿Dónde estoy, qué he hecho, qué me falta…? Con este método, cada cual se enfrenta a su trabajo. La propia escritura también se materializa en primera persona: buscaré… lo estudiaré… Se enfrenta a sí mismo. El alumno no depende del profesor, solo cuando realmente lo necesite. Facilita el trabajo autónomo del alumnado.
Los alumnos tienen siempre delante el método de trabajo y solo lo dejan cuando lo asimilan. El método de trabajo permite que el alumnado sepa en todo momento los pasos a seguir. Sabe qué trabajos o partes ha realizado, dónde está, dónde ha tenido dificultades, qué le falta. El profesor o la profesora, al sentarse junto a un alumno o alumna, puede utilizar el método de trabajo, tanto para orientar su atención como para comprobar que el proceso está interiorizado para que el alumno o alumna lo exprese con sus propias palabras.

Finalidad de aprendizaje
Todas las actividades tienen un destino en sí mismas o en salidas al exterior. Está formado por un juego interactivo y a veces se encuentra en el contexto: por ejemplo, en el barrio, con el juego de compraventa que se crea en ellos. En otros casos, en contextos no departamentales: Radio, Prensa, Televisión, Internet, exposiciones y espectáculos.
Es eficaz. Parte del interés o motivación del alumnado. Se define como la salida social de la actividad.
El trabajo no se basa en la exigencia del profesor, sino que es el propio juego interactivo el que requiere el desarrollo y la calidad de la actividad.

Tutoría compartida
La diversidad de caracteres, la diversidad de formas de intervención y la diversidad de enfoques, puntos de vista, sensibilidades o percepciones enriquecen el desarrollo de la personalidad y las relaciones sociales entre alumnos y profesores.
Permite un seguimiento más preciso y contrastado del alumnado.
Los alumnos tienen la oportunidad de relacionarse con más profesores y profesoras, así como de expresar y comprender mejor los múltiples aspectos de su personalidad.